Patricia Guerra, egresada de UVM de la Lic. Ejecutiva en Mercadotecnia, tenía muy claro cuál era su sueño y qué es lo que tenía que hacer para cumplirlo. En entrevista, nos platica cómo llegó a cruzar a nado el Canal de la Mancha.
¿Qué te llevó a cruzar el Canal de la Mancha?
Fue un sueño que siempre vivió en mi cabeza. Cuando tenía 15 años escuché que Damián Pizá había cruzado el Canal de la Mancha y el Cañón del Sumidero en 1951. En ese momento me dije: algún día yo voy a hacer eso.
Mi vida siguió su curso, pero siempre estuve entrenando en alto rendimiento y un día, en unos Panamericanos en Puebla, alguien me sugirió que cruzara el Canal de la Mancha y me puso en contacto con Nora Toledano, quien ya lo había cruzado y entrenaba a gente para hacerlo.
Me preparé durante dos años rumbo a mi primer cruce del Canal, en 2004. Después, al año siguiente, regresamos seis mujeres a hacer el cruce e impusimos el mejor reto de la temporada nadando en relevos.
¿Cómo se prepara uno para llevar a cabo ese tipo de hazaña?
Tienes que tener un entrenamiento físico, tanto de gimnasio como de alberca. Además, es necesario un entrenamiento mental y otro de aclimatación. En mi caso, mi “centro de aclimatación” fue la Laguna del Sol, en el cráter del Nevado de Toluca. Además, tuve la asesoría de un nutriólogo, ya que para resistir bajas temperaturas en el agua es necesario hacer tu cuerpo de grasa.
¿Dedicabas casi el 100% de tu tiempo al entrenamiento?
Yo siempre he dicho que soy una “mamá nadadora”. En ese entonces, mi hijo Daniel tenía dos años, así que tenía que llevarlo a la escuela, ir por él y, además, combinar eso con mi trabajo y buscar el tiempo para poder entrenar.
¿Cuáles son las dificultades de nadar en el mar?
Cuando nadas en el mar, el 80% de los factores que se presentan son externos, dependen del Sol, de la Luna y de las mareas. Sin embargo, la sal te da un factor de flotabilidad mayor que el que tienes en agua dulce.
¿En cuánto tiempo realizaste el cruce del Canal de la Mancha?
El cruce en solitario lo hice en 13 horas y 24 minutos.
¿Qué retos tuviste que enfrentar para lograr tu sueño?
Primero, tuve que enfrentar el hecho de que la anterior mexicana que intentó cruzar el Canal había fallecido a las cuatro horas de iniciar su travesía. Por ello, muchas personas pensaron que lo que iba a hacer era una irresponsabilidad, considerando que tengo un hijo. Otro de los retos fue subir de peso tomando en cuenta la cantidad de ejercicio que estaba haciendo. Por último, encontrar un trabajo que me permitiera tener el tiempo para mis entrenamientos.
También tuve que enfrentar a quienes no creían en mi sueño. Pero está en ti volver todas esas opiniones negativas en una motivación constante. Por supuesto, la organización con mi hijo también fue complicada, pero afortunadamente mi mamá fue un gran apoyo, porque me ayudaba con él para que yo pudiera entrenar.
¿Recuerdas algún momento crítico durante el cruce?
En 13 horas pasan un sinfín de cosas, atraviesas por diferentes estados de ánimo y por muchas situaciones diferentes. Hubo un momento en el cruce donde, por un comentario de mi equipo, yo pensaba que estábamos a la mitad del camino, pero cuando paro a comer (paraba cada 45 minutos), me dicen que realmente estamos apenas a una tercera parte del recorrido. Por supuesto, ese fue un momento muy difícil, pero para eso es todo el entrenamiento mental.
¿Qué le dirías a una persona que tiene un sueño al parecer difícil de cumplir?
Al final del día tú te tienes que convertir en el principal patrocinador de tu sueño. Cuando tienes claro eso, entonces estás haciendo la mejor inversión de tu vida. Generalmente los seres humanos buscamos la motivación afuera, cuando tú eres quien mejor se conoce. La motivación está dentro de ti.
¿Por qué decidiste estudiar en UVM?
UVM fue mi patrocinador en mi cruce en solitario. Gracias a la familia Ortega conseguí un patrocinio y, regresando, el mismo José Ortega me sugirió que estudiara una carrera. Siempre quise estudiar Mercadotecnia, así que me animé.
¿Recuerdas a algún profesor en especial?
La verdad es que a todos, pues todos me apoyaron. Cuando regresé de mi cruce en relevos empecé mi entrenamiento rumbo al Estrecho de Magallanes, en la Antártida, y necesitaba muchas horas de entrenamiento. En ese tiempo, mis maestros siempre estuvieron muy conscientes de que necesitaba entrenar. Muchos creemos que el mejor apoyo es el económico, pero en mi caso fue el apoyo en especie.
¿Qué pilares te dio tu formación en UVM?
1. Flexibilidad
2. Confianza
3. Herramientas