Hasta hace unos pocos años, hablar de drones nos parecía un tema futurista, y quizá ni imaginábamos exactamente las profesiones que entrarían en juego. Ahora vemos drones hasta en conciertos, y lo mejor es que se han vuelto funcionales en muchas labores, incluidas las de impacto social.
Aquí te presentamos la historia del Ingeniero Pedro Matabuena, quien a partir de estudiar la Ingeniería en Sistemas Computacionales convirtió en profesión su hobby de volar aviones a escala, modificarlos y darles un uso diferente como enviar imágenes o información.
Hoy dedica buena parte de su tiempo a la construcción de “drones” (vehículos aéreos no tripulados), destinados a realizar labores de protección civil y rescate.
Desde los 10 años, Pedro armaba aviones de madera balsa para vuelo libre, de líneas y radiocontrol, acondicionándolos con cámaras fotográficas o celulares para que pudieran tomar fotos o video. Al pasar el tiempo, y con el surgimiento de computadoras de vuelo y pilotos automáticos, ese juego de aeromodelismo se transformó en el diseño y la construcción de drones; es decir, de vehículos autónomos capaces de hacer infinidad de maniobras.
Pero la actividad de Matabuena no se trata sólo de hacer drones y ya, sino que también tienen el objetivo de hacerla con sentido de responsabilidad social. Su inspiración nació cuando participó en una operación de rescate médico. Con el tiempo Pedro sumó sus conocimientos en informática y aviación para desarrollar sistemas de emergencia que pueden constituirse en una herramienta fundamental frente a una emergencia.
Uno de esas emergencias se presentó en una práctica de extracción vehicular del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas del Distrito Federal, en donde participaron elementos de protección civil, bomberos y rescate urbano. Entonces, como refiere el mismo Pedro, “el equipo descubrió el gran potencial de un dron en la escena”.
Convertir una pasión en un negocio sustentable
Desde el 2006 Pedro Matabuena comparte su experiencia profesional y conocimientos en la consultoría en sistemas informáticos, con la implementación de una infraestructura de redes de datos, telefonía de voz sobre IP, cámaras de seguridad y servicios de Internet. “La empresa me ha permitido contar con los recursos para financiar y dedicar la mitad de mi tiempo a la construcción de drones”.
El Ingeniero en Sistemas -egresado de UVM Campus San Ángel-, es fundador de las empresas Dialipso VoIP y Aidronix. Bajo la filosofía “Drones for good, not just for fun” brinda diferentes servicios en tres sentidos: en apoyo al campo, en el sector industrial y para ayuda humanitaria.
Además es un fotógrafo profesional y miembro activo de la Asociación Internacional de Sistemas de Vehículos No Tripulados y colaborador externo en la Universidad de Stanford para desarrollo de proyectos especiales en tecnología de drones enfocados a salud e impacto social.
Para hacer de esta pasión un negocio sustentable, Pedro construye ahora un campo de entrenamiento de drones con pistas de aterrizaje de práctica. Esto, al tiempo que perfecciona sus vehículos aéreos no tripulados para la búsqueda y rescate de personas, “contemplando incluso la participación de estos vehículos en otros proyectos de impacto social como la agricultura de precisión o la protección del medio ambiente”.