¿Alguna vez te han llamado “persona no grata”? Esto le sucedió a Joel-Peter Witkin mientras realizaba una de sus imágenes más famosas, The Kiss, por la que ahora es reconocido como uno de los mejores fotógrafos a nivel mundial.
Resulta, que similar a la historia de muchas imágenes famosas, esta fotografía levantó controversia, pues en aquel entonces, Witkin trabajaba en una universidad en México en donde había conseguido el permiso de la Escuela de Medicina para hacer composiciones con los cadáveres que utilizaban los estudiantes en prácticas.
Poco después de haber hecho la impresión, el artista fue acusado de haber rebanado la cabeza con el propósito de crear la escena como si fuesen gemelos besándose, lo cual, el autor negó rotundamente ante las autoridades de la universidad. A pesar de esto, Witkin fue despedido, demostrando que quienes no comprenden sus imágenes o les disgustan, jamás podrán aceptar la idea de una “mejor solución para situaciones raras o desagradables a las que él intenta traer luz dentro de la obscuridad en la que se encuentran”.
The Kiss, 1982. Joel-Peter Witkin
Las representaciones de este artista, que a los ojos de muchos observadores pueden parecer tétricas y melancólicas, se han convertido en fotografías que algunos especialistas en el tema han catalogado como pintura, o escenas que podrían imitar estilos de pintores flamencos como Rubens; naturaleza muerta, bodegones y vanitas son compuestos con cuerpos en descomposición (algunos mutilados o con deformaciones) y una mezcla de frutas u objetos orgánicos que contraponen la visión de la vida y la muerte en una escena de serenidad.
En el mismo tenor, pero de una manera cinematográfica está Tim Parchikov, un fotógrafo ruso cuyos temas son sacados de casos reales y convertidos a través de su muy particular estética, en algo que podría catalogarse como Cine Negro.
Suspense, 2009. Tim Parchikov
Suspenso: un estado de tensión e incertidumbre, por ejemplo, es un proyecto que contiene imágenes documentales de la vida cotidiana en una ciudad obscura – o que al menos así se muestra-, y escenas que nos mantienen a la expectativa de lo que sucederá. La ansiedad, el miedo y el agobio provocado por la luz, la oscuridad, la saturación del color y los rostros que vemos (o no) son muestra de un conflicto no resuelto y lo vago que una escena citadina puede representar.
Parchikov, juega con un estilo a la manera de Hitchcock en la que el suspenso se convierte en el hilo conductor para observar la escena, lo que Witkin ya ha resuelto desde la producción, pues los cuerpos que vemos mezclados con otros objetos son la solución a la situación rara y grotesca.