Después de los dos sismos de septiembre, la sociedad mexicana despertó de un letargo. Jóvenes y no tan jóvenes pusimos nuestro granito de arena y nos mostramos solidarios con quienes llevaron la peor parte, tanto en Oaxaca y Chiapas, como en Morelos, Estado de México y la capital del país.
La Real Academia Española define “solidaridad” como “adhesión circunstancial a la empresa de otros”. Hoy, en México, a varios días del segundo terremoto de septiembre de este año, los mexicanos hemos demostrado nuevamente que la solidaridad es algo más que una adhesión circunstancial “a la empresa de otros”.
“El 19 de septiembre los mexicanos tomamos México. No lo soltemos”. Son palabras de Eugenio Derbez, quien, a través de un video que vive en las redes sociales nos insta a ser solidarios siempre, y no únicamente después de una tragedia.
Muchos aseguran que México ha cambiado, que ha despertado de un letargo, que los jóvenes millennials han demostrado que no son apáticos, flojos o frívolos... Pero no han sido solo ellos quienes han salido a las calles, la población entera se ha movido en diversos espacios. Todos con el mismo objetivo: ayudar.
En su columna “Acá estamos”, Enrique Krauze expresa su deseo de que esta solidaridad no baje con el paso de las semanas o los meses. Desea que encuentre la forma de perdurar no solo en el ámbito social, sino también en el político. Pero habría que agregar que este deseo no debe permear únicamente a los jóvenes, sino también a toda la población. Dejemos de lado la apatía y las etiquetas, las clasificaciones por generación o clase social; utilicemos todos una sola categoría: la de seres humanos solidarios.
Pero también tengamos cuidado. No nos dejemos llevar por ideas infladas, conceptos vacíos o exageraciones. Sin duda, México es un gran país y somos muchísimos más los buenos que los malos, eso ha quedado claro en estos días. Solo no nos dejemos llevar por “banderas” que enarbolan solo palabras; unámonos y actuemos como una sociedad consciente, fuerte y solidaria todos los días.