Cuando estás decidiendo la universidad donde recibirás tu formación profesional, siempre conviene contemplar diversas opciones. De hecho, lo mejor es tener sobre la mesa alternativas –públicas o privadas– que te ofrezcan prestigio y alta calidad académica durante tu preparación.
Estás en uno de los momentos más importantes de tu vida, ¿te das cuenta? Has pasado por tantas cosas… pero lo mejor está por llegar. El momento en el que todos tus sueños sobre el futuro pueden comenzar a hacerse realidad con un primer paso indispensable: elegir la carrera de lo que te apasiona en una universidad reconocida.
Precisamente por la importancia que tiene hoy para ti la etapa por la que estás pasando, lo más recomendable es que no pongas todos los huevos en la misma canasta, como dice el refrán, lo que significa que es mejor evaluar distintas opciones desde el principio para reducir las consecuencias de que ocurra algo inesperado.
¡Claro que es bueno tener en la mira un objetivo concreto!, pero nunca está de más diseñar vías alternativas, “por si acaso”, algo así como tener un Plan B.
Esto no quiere decir que no confíes en ti o en el resultado final de tu esfuerzo. Simplemente significa estar preparado por si ocurre algo –cualquier circunstancia externa– que te desvíe de tu Plan A.
Entre más cartas tengas en la mano, habrá más oportunidades de construir tu futuro hoy, justo como lo has visualizado y sin ponerle pausa. ¡No te lo juegues apostando a una sola carta!, y mucho menos si se trata de tu formación profesional.
Una forma de hacer una rápida y efectiva comparación de cada una de tus opciones es tener una lista de aspectos importantes que debe ofrecerte una institución educativa. La que más puntos buenos tenga, o los más adaptados a tu interés, será la más recomendable de elegir.