Si eres una madre o padre de familia, seguramente te interesará conocer los hallazgos más recientes obtenidos por el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México, respecto a algunos factores que parecen influir para que estudiantes en estos niveles abandonen la escuela.
La Secretaría de Educación Pública proyectó que la tasa de deserción escolar en secundaria para el ciclo 2017-2018 sería de 4.8%, cifra que aumenta considerablemente en los niveles siguientes, por lo que mitigar este problema atendiendo sus factores de riesgo y de manera temprana, se vuelve fundamental. Para el adolescente que opta por frenar sus estudios, el panorama se vuelve sombrío: pierde la oportunidad de estudiar una carrera y de obtener mejores ingresos, no tendrá acceso a la formación de habilidades indispensables para aspirar a un mejor empleo ni, por ende, a una mejor calidad de vida.
“En términos generales, la cantidad de años de educación logrados por una persona es uno de los determinantes más importantes de las oportunidades que tendrá no sólo en términos de empleos e ingresos, sino también en salud, soluciones habitacionales y otros beneficios sociales e individuales”, explica Viola Espínola, en el artículo Intervenciones tempranas para prevenir la deserción en la educación secundaria, publicado en 07 Debate del Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL).
Interesados en entender qué factores intervienen en la vida de aquellos estudiantes de secundaria por cuya mente pasa la idea de abandonar la escuela, el Centro de Opinión Pública de la UVM, realizó un estudio con padres de familia y sus hijos que estuvieran cursando secundaria, encontrando que situaciones como tener una mala relación con sus compañeros, las calificaciones obtenidas y el no sentirse seguros de poder desempeñar las diferentes actividades escolares planteadas, son predominantes en aquellos alumnos que admiten haber pensado en dejar la escuela.
Los porcentajes se muestran de la siguiente manera: De quienes han considerado abandonar su proceso educativo, 28% dice no tener seguridad de poder resolver un problema de matemáticas, 55% no se siente confiado al realizar un experimento de laboratorio y más de un tercio no tiene confianza al exponer en clase. Al hablar de las calificaciones obtenidas, únicamente 3% de los alumnos con muy buenas calificaciones ha pensado en desertar y entre los chicos que tienen malas notas, 63% ha considerado interrumpir sus estudios. Esto nos indica que las dificultades que experimentan para cumplir con los retos cotidianos de la escuela y esa sensación que tienen de incapacidad para lograrlos, pueden impulsarlos a pensar en la deserción.
Pero, ¿por qué es importante tener evidencia de la relación que existe entre estas situaciones y la tentación de renunciar a los estudios? Porque de acuerdo con expertos, al detectar de manera temprana que alguna o más de estas condiciones se está dando en la vida de un estudiante, es posible intervenir oportunamente para atender el problema. Viola Espínola, ya citada en este texto, explica que la deserción no es un suceso intempestivo o una decisión de momento, sino un “proceso gradual de desvinculación social y académica, en el que se combinan diferentes experiencias escolares que la mayor parte de las veces se arrastran desde educación básica.” Y de ahí la relevancia de detectarlos y brindar a tiempo el apoyo necesario para cada caso, buscando que familia y escuela trabajen en equipo para lograrlo.
Ahora bien, la encuesta también nos da un panorama de quiénes son estos muchachos que han pensado dejar de estudiar y algunos datos interesantes: 30% son mujeres y 70% hombres. 27% cursa el primer grado, 30% está en segundo y 43% en tercero, es decir, a medida que el alumno va avanzando de año se incrementa la idea del abandono. 42% de los alumnos que consideran desertar les gustaría tener una profesión u oficio que requiere estudios técnicos, 33% licenciatura y 18% quiere desempeñarse en algo que no necesariamente requiere estudios o instrucción formal.
Como podemos observar, en el caso del nivel secundaria se vuelve crucial fortalecer la autoestima de los estudiantes, la interacción con los compañeros en un ambiente escolar saludable y brindarles ayuda en caso que tengan alguna dificultad para el aprendizaje, además de involucrar a los padres de familia que, de acuerdo al estudio de COP, juegan un rol importante en la continuidad escolar de los estudiantes para alejar la posibilidad de que renuncien a sus estudios.