Considerar el respeto como una forma de convivencia familiar tiene un impacto positivo de largo alcance. Implica conocer los derechos fundamentales de cada miembro de la familia y fomentar las relaciones basadas en el aprecio y la confianza. Fomentar el respeto empieza por uno mismo y lo mejor para enseñarlo es predicar con el ejemplo.
Uno de los grandes desafíos cuando crecemos junto a un adolescente es lograr un equilibrio entre la independencia y la intimidad, lo que implica amor, orientación y, por qué no, diversión. Tener una actitud respetuosa hacia tu hijo puede ser difícil, sobre todo cuando existen percepciones erróneas o tienes una opinión diferente.
Pero ¿qué es el respeto? Es un valor que se fundamenta en la comprensión, la confianza y el conocimiento. Es parecido a un camino de doble sentido, ya que es un reflejo de la forma en cómo nos tratamos a nosotros mismos. Pero, además, no puedes pedir respeto de tu hijo, si tú no lo respetas.
¿Cómo respetar a tu hijo?
Aquí algunas pistas:
¿Cuáles son los efectos del respeto en las relaciones?
Evitar problemas a corto y largo plazo, fortalecer la persona de los adolescentes y, en general, recuperar la dignidad y el derecho a una vida digna a través de relaciones que se basan en el amor y la admiración.