Desde tecnología 3D hasta prótesis mioeléctricas, estamos a un paso de implementar tecnología propia de películas de ciencia ficción.
Las prótesis 3D son ya una realidad en el mundo de la medicina, aunque esto no quiere decir que estén generalizadas. Sin embargo, son cada vez más los casos de prótesis hechas a la medida a costos significativamente menores a lo que estábamos acostumbrados.
¿Cuál es el siguiente paso? Si ya contamos con prótesis 3D impresas a la medida del paciente, lo que sigue es poder controlarlas con la mente para así apropiarnos plenamente de esa idea tan de ciencia ficción.
¿Cómo lograrlo? Una posible respuesta se encuentra en las prótesis motorizadas que interpretan las señales normales del cerebro. Las señales eléctricas se detectan con microelectrodos que pueden ser implantados debajo de la piel e incluso insertados en los nervios. Las señales del cerebro para cada movimiento son únicas y ligeramente distintas, así que el objetivo es detectarlas individualmente para permitir a los pacientes realizar movimientos finos.
La tecnología necesaria para lograr estos objetivos está en proceso de mejora, pues los movimientos finos reconocidos no son todavía suficientes. En 2009, la Agencia de Proyectos Avanzados del Departamento de Defensa de Estados Unidos (DARPA) desarrolló una prótesis modular capaz de ofrecer 22 grados de movimiento independiente en cada dedo, y ya existen también las prótesis mioeléctricas que combinan función con un acabado agradable (casi como el del brazo de Luke Skywalker en El regreso del Jedi). En lugar de usar cables y poleas, estas prótesis usan baterías y microprocesadores para interpretar la actividad eléctrica del cerebro. Por el momento, sus desventajas son el peso y el costo.
Sin duda, el mundo de las prótesis avanza vertiginosamente, pero todavía hay muchas interrogantes por resolver. De ahí la necesidad de profesionales dedicados a la ingeniería biomédica y disciplinas afines.